Un recorrido por la historia de Kenia
No es lo mismo viajar sin ninguna idea del lugar al que se está yendo que con un conocimiento básico de su historia. Por eso este artículo.
Contenido
Kenia, la cuna de la humanidad
Las tribus nómadas de Etiopía imprimieron las primeras huellas humanas en el año 2000 a.C. Milenios más tarde apareció un segundo grupo, que ocupó gran parte de la zona central del país y fue antepasado de algunas de las tribus de Kenia.
Las de habla bantú (como los gusii, kikuyu, kamba y meru) llegaron del oeste de África. Las de habla nilótica (masai, luo, samburu y turkana) procedían del valle del Nilo, en el sur de Sudán.
La Edad Media en Kenia
La migración hacia el interior facilitó que en el siglo VIII los musulmanes de la península Arábiga y los shirazis de Persia (hoy Irán) se establecieran en la costa este de África.
Los portugueses llegaron en el siglo XV, atraídos por el aroma de las especias y el dinero. Con Vasco da Gama comenzó el saqueo de Kenia. Asaltaron casi todas las localidades comerciales swahilis, incluida Mombasa.
Fue el fin del monopolio árabe sobre el océano Índico. Los portugueses permanecieron siglos, enfrentaron a los sultanes entre sí y aplicaron un régimen colonial duro. Pero su dominio fue algo inestable, ya que dependían de sus expediciones a Goa, en India, para abastecerse.
Los árabes recuperaron el control de la costa en 1720.
La Edad Contemporánea en Kenia
Las dinastías omaníes del golfo Pérsico —de origen árabe—incursionaron a lo largo del litoral oriental africano durante todo el siglo XVIII.
Los estragos de la época portuguesa y las rencillas constantes entre los gobernadores árabes acarrearon un declive en el comercio y en la prosperidad de la zona.
Hasta entonces, las superpotencias económicas (Gran Bretaña y Alemania) no mostraban interés por esta porción de África.
El valle del Rift y las tierras altas de Aberdare seguían siendo el hogar de la tribu guerrera masai.
La historia colonial de Kenia. Una historia de saqueos
En 1885 se estableció un protectorado alemán sobre las posesiones costeras del sultán de Zanzíbar. Gran Bretaña compró estas tierras en 1890.
Durante estos años, estalló una guerra civil entre dos facciones opuestas de la tribu masai. Hubo hambrunas y enfermedades; la población de Kenia se diezmó.
Los británicos no dejaron pasar la oportunidad. Negociaron un tratado con el laibon (jefe o líder espiritual) de los masai, e iniciaron las obras de la vía férrea entre Mombasa y Uganda, que atravesaba las tierras de pastoreo.
Desde la firma del tratado, la decadencia de la tribu masai fue imparable. Los colonos blancos les reclamaban tierras fértiles y los confinaban a reservas cada vez más pequeñas.
A los kikuyu, un pueblo bantú de agricultores, procedente de las tierras altas al oeste del monte Kenia, también les quitaron cantidades enormes de terreno.
Los asentamientos blancos, a principios del siglo XX, eran muy precarios. Enseguida surgieron las plantaciones de café. Y ya en la década de 1950, la población blanca ascendió a 80 mil personas.
La única opción para las tribus fue adaptarse a la economía implantada por los británicos.
Los kikuyu, sin embargo, eran un estorbo para las autoridades. Harry Thuku, uno de sus primeros líderes, fue encarcelado en 1922. (Su sucesor, Johnstone Kamau —más tarde Jomo Kenyatta— se convirtió en el primer presidente del país tras la independencia.)
La Unión Nacional Africana (KAU) surgió como consecuencia de la oposición al régimen colonial. Otras sociedades pronto unieron su voz; la sensación de un inminente conflicto armado empezó a olfatearse en Kenia.
La rebelión terminó en 1956, con un balance de más de 13.500 muertos entre guerrilleros, civiles y soldados, y sólo algo más de 100 bajas europeas.
Kenyatta, el sucesor de Thuku, pasó años tras las rejas y en prisión domiciliaria. Cuando lo liberaron, en 1961, se convirtió en el líder de la reencarnada KAU: la Unión Nacional Africana de Kenia (KANU).
Tras la independencia de Kenia
El 12 de diciembre de 1963, bajo el mando de Kenyatta, de la tribu kikuyu, se logró la independencia. Kenia se convirtió en una de las naciones más estables y prósperas del continente.
Kenyatta murió en 1978. Se alzó en el poder Daniel Arap Moi, miembro de la tribu tugen. Durante su cargo hubo todo tipo de escisiones y discordias. Reacio a las críticas, desmanteló las sociedades tribales, poniendo fin a los partidos políticos.
Las Fuerzas Armadas tramaron un golpe de Estado en 1982, que fue aplastado por miembros leales a Moi. Ya corrían por el continente los vientos de pluralismo democrático, sobre todo a finales de los años 80 y principios de los 90. La comunidad internacional, haciendo eco, suspendió las ayudas a Kenia.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial exigieron que cesara la represión y la censura política. Moi accedió a las demandas. Beneficiado por las divisiones al interior de la oposición, volvió a ganar las elecciones de 1993.
En 1995 se fundó un nuevo partido, el Safina, creado por Richard Leakey, un antropólogo defensor de los elefantes y activista político.
Pero en 1997 Moi ganó por un margen estrecho. Hubo intimidación a los candidatos de la oposición y denuncias de fraude electoral.
La situación se agravó por una serie de desastres ambientales: inundaciones, epidemias de cólera y malaria y la mayor sequía de la historia. El HIV se convirtió en uno de los problemas principales.
Revisa el clima en Kenia.
En agosto de 1998, grupos terroristas bombardearon las embajadas de Estados Unidos en Nairobi y en Dar es Salaam (Tanzania), dejando más de 250 muertos y 5000 heridos.
La agitación social y política revelaba la vulnerabilidad de Kenia. En 2002, hubo un atentado suicida en un hotel al norte de Mombasa. Moi se retiró a finales de ese año, tras 24 años de poder, con una jubilación de lujo y el Parlamento disuelto.
La oposición —la Coalición Nacional Arco Iris (NARC)— ganó las elecciones. Kibaki fue el nuevo presidente.
¿Si ha cambiado la historia?
Para nada. Los escándalos de corrupción y los intentos de perpetuación en el poder son moneda frecuente en todo el Tercer Mundo.
Kibaki fue reelegido en 2007, en un marco de disturbios y enfrentamientos entre grupos étnicos afines al presidente, por un lado, y a la oposición por otro. Murieron 1500 personas y hubo medio millón de desplazados.
En 2008, con el auspicio de la ONU, se alcanzó un acuerdo para establecer un gobierno de coalición. Odinga, líder opositor, quedó como primer ministro.
En 2012 aparecieron milicias islamistas en el norte. Hubo un ataque yihadista en la Universidad de Garissa, en abril de 2015, y un atentado perpetrado por Al-Shabbaab, en un hotel cercano a la frontera con Somalia, en octubre de 2016.
Hoy la situación se ha calmado. El futuro es incierto, pero el turismo en Kenia se protege y crece año a año.
Investigaciones paleontológicas
Un último tema que no puede quedar por fuera de la historia de Kenia, asociado a nombres como Lamarck, Darwin, Wallace, Huxley, Haeckel…
Las teorías sobre la evolución de las especies y la selección natural revolucionaron la ciencia victoriana. La búsqueda de un antepasado común para el hombre y los primates transgredía la concepción bíblica que defiende una Creación única.
La lucha ideológica comenzó a finales del siglo XVIII y sigue vigente. Hallazgos en el este de África sugieren que protohumanos rondaron el área de la actual Kenia más de 20 millones de años atrás. Los fósiles encontrados en las cercanías del lago Turkana revelan que homínidos como el Homo habilis y el Homo erectus habitaron hace 2,6 millones de años.
Pero aunque cada vez estamos más cerca de conocer nuestro origen, los paleo-antropólogos no han podido determinar qué especies son antepasados comunes del hombre y los primates actuales. Aún hoy, este hombre-mono primigenio continúa durmiendo en algún lugar bajo el suelo de África, un continente en el que queda mucho por explorar.