Parque Amboseli

Parque Nacional de Amboseli: un imperdible de Kenia

El Parque Nacional de Amboseli tiene 392 km2. No se caracteriza por ser un parque demasiado extenso, pero sí por tener al gigantesco monte Kilimanjaro de fondo, y por albergar al rinoceronte negro, una especie en peligro de extinción.

Safari en el parque Amboseli

Este es uno de los principales safaris por Kenia. Las manadas de elefantes avanzan lento, muy lento por las llanuras verdes. Con el monte Kilimanjaro detrás, conforman una postal fantástica, un tópico de África.

Ambos son tan impactantes (las manadas de elefantes y los casi 6000 metros de altura del Kilimanjaro), que se organizan vuelos en ultraligero.

Para llegar al parque Amboseli hay vuelos diarios y autobuses desde Nairobi.

O bien puedes combinar en un mismo viaje Kenia y Tanzania, y acceder al parque desde Namanga, el puesto fronterizo principal.

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Ubicación de los lodges

El lecho seco del lago Amboseli da la bienvenida al parque. La llanura inmensa que se abre ante los ojos es una imagen desoladora pero sugerente. Hacia el sur y hacia el este está la zona denominada Ol Tukai, un parche de vegetación frondosa donde se sitúan algunos de los lodges.

Al sur de estos aparece un bosque de palmeras, un oasis de frescor que proporciona agua, sombra y refugio a multitud de animales.

Pero no deja de ser un oasis. A ambos lados se extienden las zonas pantanosas, y en la parte occidental se alza la Observation Hill, la única elevación del terreno, una colina suave que se asciende a pie y otorga un panorama magnífico del parque.

Más al sur, afloran los estratos de roca volcánica arrojada por el volcán hace cientos de años. Junto a la orilla de la corriente de lava se sitúa otro de los lodges, el Amboseli Serena.

Por último, en el límite sur del parque está el camping de Tortilis, próximo a varios poblados masai.

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Historia: los límites arbitrarios del Kilimanjaro

Antes de que el misionero Johannes Rebmann la descubriese para la cultura occidental, en 1848, las leyendas swahilis y árabes hablaban de una montaña en el interior, en cuya cumbre vivía un dios que castigaba a los que se atrevían a acercarse a su morada. Les paralizaba los pies y las manos.

De esta manera, los habitantes de la costa tropical describían un fenómeno extraño para ellos: la congelación.

El Kilimanjaro, sin embargo, no está dentro de los límites de Amboseli. De hecho, ni siquiera está en Kenia sino en Tanzania. Pero las vistas más famosas de su montaña están de este lado.

El mapa de Kenia es caprichoso: la línea recta que separa ambos países se desvía de una manera deliberada para dejar el monte en territorio tanzano. ¿El motivo? Al realizarse la partición de África Oriental en dos esferas de influencia —británica y alemana—, Inglaterra tenía dos montañas y Alemania ninguna. La reina Victoria compensó a su sobrino nieto, el káiser Guillermo II, y en ocasión de su cumpleaños le regaló el Kilimanjaro.

Así de absurdas son las fronteras…

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Contexto: la tribu masai como custodia del parque

El parque nacional fue creado en 1974 con una extensión de 392 km², aunque está rodeado por una reserva mucho más grande. Se sitúa en la provincia del Rift Valley, y la frontera tanzana se encuentra al noroeste del Kilimanjaro.

A pesar de las temperaturas altas, la altitud está por encima de los 1180 metros. Las nubes ocultan las cumbres casi todo el día. El mejor momento para divisar su cabeza plana es al amanecer.

La tribu masai habita la reserva que rodea el parque.

Vive como siempre lo ha hecho: pastorea sus rebaños y desplaza sus enseres en busca de los mejores pastos. A lo largo de sus migraciones, hoy restringidas, construyen sus poblados, los llamados enkang o más popularmente manyatta o emanyata, con palos de madera y estiércol de vaca.

Sus habitantes tienen cuerpos esbeltos, rostros graves y orgullosos. Usan atuendos coloridos, los cabellos trenzados y teñidos de rojo. ¿Te gustaría conocerlos? ¡Incluye esta visita en tu circuito por Kenia!

La geografía llana y rala facilita la circulación fuera de las pistas, lo que destruye los pastos y somete a Amboseli a la degradación. Por eso las autoridades insisten tanto en respetar los caminos marcados.

En cuanto a los masai, continúan conduciendo su ganado por zonas interiores al parque, una práctica prohibida pero a la que nadie se atreve a poner freno. Al fin y al cabo, ya fueron expulsados de sus tierras más de una vez.

Geografía de Amboseli

Es un ecosistema frágil, sometido a variaciones estacionales muy grandes. El terreno es sobre todo seco, con pocas precipitaciones anuales (entre los 350 y los 400 mm).

El sector noroccidental está ocupado por el lecho del Lago Amboseli; durante gran parte del año no es más que una inmensa sartén ardiente de tierra salina y cuarteada en la que revolotean los torbellinos de polvo.

Los espejismos se confunden con los rebaños de cebras y ñus, que caminan por el lecho cabizbajos y en fila india. Su aire cansino y perdido evoca un peregrinaje eterno.

Durante la estación húmeda, las lluvias inundan el lecho del lago y gran parte de los terrenos adyacentes. Pero no es suficiente para sostener una vida vegetal variada. El motivo son las sales del lecho del lago, que se dispersan con las aguas y empapan la llanura.

Por eso en el parque hay pocos árboles, tan sólo unas cuantas acacias dispersas. Por el contrario, los pastos crecen fuertes y son la principal fuente de alimentación de los herbívoros.

Aunque la primera impresión es la de un terreno árido y polvoriento, Amboseli rebosa agua en cualquier estación del año, pero bajo tierra. Las nieves del Kilimanjaro se funden y discurren ladera abajo, empapando los estratos porosos de roca volcánica del subsuelo.

Se forman varias corrientes subterráneas, que confluyen en dos manantiales de agua cristalina en el corazón del parque. En muchos otros puntos asoman como grandes pantanos. Destaca el de Loginya Swamp, donde crecen los papiros y retozan los elefantes, los hipopótamos y los búfalos.

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